INTRODUCCIÓN
La sociedad en constante cambio, como efecto de la influencia de la comunicación y sus medios masivos, ha desarrollado un nuevo tipo de persona, que ha roto los esquemas de la educación tradicional al traspasar las barreras del aula convencional.
Este contexto necesita de un nuevo paradigma educativo, que permita la integración del saber previo, la experiencia cultural y el conocimiento formal, a estos aspectos se direccionan la hipótesis enactiva y el pensamiento complejo, como nuevas filosofías de enseñanza-aprendizaje.
DESARROLLO
Edgar Morin había indicado que las ideas son elementos vivos que tienen hábitat, costumbres y se organizan en paradigmas. Estos elementos vivos son los que han provocado los grandes cambios, si bien el siglo XX fue el siglo de las ciencias físicas y el siglo XXI será el de las disciplinas de la conciencia.
Las ciencias sociales cederán espacio a las ciencias complejas, dando lugar a un mundo nuevo que está más allá de nuestros límites, un mundo en el convergen la vida y el conocimiento, complementándose para regenerarse en sí y a sí mismos.
Para enfrentar este nuevo escenario se necesitan nuevos paradigmas para la filosofía del conocimiento, así Gonzalo Gutiérrez, plantea que la hipótesis enactiva y el pensamiento complejo, podrían ser los conductores de las nóveles descripciones del conocer humano.
Para comprender este planteamiento, se considera a la filosofía como una metadisciplina, la sabiduría de lo relacional a través de la metáfora y el raciocinio, donde la conciencia se concentra en mostrar las múltiples relaciones e interconexiones del ser en su afán de conocer.
Varela, define a la “hipótesis enactiva” como lenguaje emergente donde la cognición se plantea como una historia de acoplamiento estructural que hace emerger al mundo. Esta definición quiere decir que el sistema cognitivo funciona cuando es parte de un mundo de significación preexistente o configura uno nuevo, esto último reconocido como evolución.
En todo este proceso, la autopoiesis del ser humano, se expresa desde lo orgánico, lo cognitivo y la fusión entre mente y cuerpo; dando lugar al conocimiento corporalizado, que no es otra cosa que demostrar la capacidad de ver y conocer el mundo desde la experiencia biológica y la experiencia cultural, a lo que se denomina acercamiento enactivo.
La percepción, o acción perceptual y la estructura cognitiva que emerge de las pautas sensoromotrices que posibilitan la percepción, facilitan el enfoque enactivo cuyo principal propósito es determinar principios comunes entre los sistemas sensorial y motor del individuo para explicar que la acción puede guiarse por la percepción y que el mundo depende de quién lo percibe y la manera cómo lo percibe además.
El otro paradigma, a decir de Gutiérrez, es el que hace referencia al pensamiento complejo, propuesto en 1977 por Edgar Morin, esta metodología parte de la ignorancia, la incertidumbre y la confusión. Donde la incertidumbre se sustenta en la duda de la duda, lo que le da otra dimensión al conocimiento la de la re-flexión o el re-hacer lo ya conocido para obtener un nuevo conocer.
Morin dice que el conocimiento suele ocultar lo que es vital conocer, cayendo en la simplificación de la ciencia; en ese marco este nuevo pensamiento de la complejidad, se enfrenta con imposibilidades a nivel lógico, físico y de desorganización. Donde lo lógico se refiere al círculo vicioso de dudar de la misma duda, lo físico al saber enciclopédico tradicional y la desorganización que surge ante la ausencia de un nuevo principio que organice el nuevo conocimiento recién adquirido.
Para subsanar estas “imposibilidades”, Morin propone saltar del círculo vicioso al círculo virtuoso a partir de la reflexión y la generación del pensamiento complejo, es decir re-aprender a aprender transformando el círculo vicioso en circuito productivo, lo que daría lugar a un principio organizador del conocimiento; y aprender a aprender dejando de lado la idealización, la racionalización y la normalización.
En ese sentido, el enfoque del pensamiento complejo tiene como elementos fundamentales al universo en el sentido de red de relaciones, al universo como holograma que está presente en cada una de sus partes y al universo como en-ciclo-pedia que lo describe como una serie de bucles recursivos en una auto-eco-organización.
Para modelizar el pensamiento complejo, se parte de los siguientes presupuestos:
- La conversación educativa, hecha por los participantes, como un organismo vivo en el que circulan las ideas que tienen hábitat, vida, costumbres y organización
- El sistema, en el que figuran dos ejes: de la función a la transformación y del contexto a la teleología o doctrina de las causas finales.
También se deben utilizar algunas herramientas, Morin habla de las siguientes:
- Sistemografía, reconocida como una fotografía del sistema.
- Complejificación teleológica de los niveles funcionales, que explicita la evolución de las finalidades que se producen en el sistema
- Sistema decisión-información-operación, entendida como la diferencia que hace la diferencia
- Paradigma eco-auto-re-organización, que se mueve alrededor de las funciones de la transformación teleológica, la iteración de los bucles en los campos culturales y las transformaciones del sistema desde el punto de partida.
El pensamiento complejo, de por sí intrincado, lo es más en referencia a la educación, pues se debe considerar además la complejidad de los contextos, la complejidad de los aprendizajes y la complejidad de las estructuras.
En relación con la complejidad de los contextos se considera a la escuela como órgano social, donde factores como la globalización la amenazan y condicionan, desde la convivencia cultural hasta la competencia e individualidad.
Ahora bien, para referirse a la complejidad de los aprendizajes, es necesario acudir al sentido y contenido de los aprendizajes escolares, ante ello Morin parte de la naturaleza del conocimiento, la naturaleza de lo humano, el conocimiento pertinente, la identidad terrena y trascendente y la incertidumbre para desarrollar la comprensión.
En ese contexto la escuela debe asumir el reto de reconocer que las personas tienen formas diferentes de conocer, lo que depende de sus propias capacidades revalorizando el sentido humano del conocimiento; pero ante todo de desarrollar la capacidad de comprensión mútua a través de estrategias comunicativas interpersonales.
Y por último la complejidad de las estructuras, donde Morin habla de la incidencia de lo humano y la multiplicidad de actores que confluyen en la escuela, para ello Gonzalo Gutiérrez plantea aplicar el término “campo cultural”, entendiendo a la cultura como una red de conversaciones, y donde la cultura cambiará cuando las conversaciones que la componen, la sostienen y la hacen vayan cambiando.
CONCLUSIONES
La escuela y por ende el ser humano, es en tanto su cultura y su origen físico, se interrelacionan y se hacen interdependientes, siendo una condición dialógica en constante cambio. Será por lo tanto el campo cultural el que determine lo que una persona perciba o distinga en relación con su mundo circundante.
Las nuevas filosofías sin duda, contribuirán a hacer del proceso de enseñanza-aprendizaje un proceso acorde con las exigencias de las nuevas personas y sus saberes pre-existentes.
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